Vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse.
Georges Perec, Especies de espacios

sábado, 7 de febrero de 2015

Cuando el arte pasa como la vida

Mirando aquí y allá, husmeando, deambulando por los caminos virtuales encuentro en el blog de Vila-Matas (precioso) este texto de Martí Manen publicado en La Vanguardia en 2012, revelador y hermoso "CUANDO EL ARTE PASA COMO LA VIDA" Habla de la obra de Tino Sehgal (1976). Copio los párrafos finales, pero os aseguro que merece la pena leerlo todo:
"Otras piezas de Tino Sehgal invitan directamente a un diálogo, a un recorrido, a repensar el lugar: un grupo de personas ocupan una sala de exposiciones vacía mirando las paredes y empiezan a repetir, casi como si fuera un rumor in crescendo, la frase "The objective of this work is to become the object of a discussion" (El objetivo de esta obra es convertirse en el objeto de una discusión). Si los visitantes interpelan a los actores estos empezarán una conversación sobre la obra con ellos, sobre lo que significa un objeto, un objetivo o una discusión. En This is progress(Esto es progreso), presentada en la rampa en espiral ascendiente del Guggenheim de Frank Lloyd Wright en Nueva York, una niña empieza con los visitantes una conversación sobre el progreso, conversación que sigue una adolescente, para pasar después a manos de un joven adulto y terminar, ya arriba de la rampa, con una persona mayor.

En la Documenta 13, Tino Sehgal presentaba un espacio oscuro, un lugar escondido en el que una serie de personas esperaban a los visitantes para acercarse a ellos, cantar canciones y ofrecer la experiencia de vivir una pieza de arte como algo completamente sensorial, sin barreras. Y recientemente, en la enorme Sala de Turbinas de la Tate Modern en Londres, Tino Sehgal ha dejado el espacio tal y como es. En una sala de dimensiones sobrehumanas, que parece estar pidiendo a gritos una obra monumental, unas setenta personas (jóvenes, abuelas, gente corriente) están a la espera. Andando arriba y abajo, desde un extremo de la sala a la otra, siguiendo una coreografía abierta, deciden pararse en algún punto del recorrido para empezar a cantar sobre las fuerzas naturales y cómo los humanos las hemos canalizado. Las luces se apagan y la penumbra facilita la percepción del sonido como algo casi mágico: el ahora coro juega con el eco y el espacio, el vacío se convierte en masa sonora. Aparecen algunos destellos de luz coordinados con la música coral. Y todo se para.

Es entonces cuando los intérpretes se dirigirán hacia personas en específico del público para contarles historias personales. Esa chica que dentro de un par de meses se queda sin permiso de residencia y debe volver a un lugar que ya no es su casa. Ese señor que cuenta que su amiga es muy organizada y tiene mucha energía pero necesita estar haciendo cosas todo el rato. Ese chico que explica el recuerdo aún presente de la primera vez que llegó a Inglaterra proveniente de su Malasia natal y cómo el aire frío entró en sus pulmones. Sin agresividad, conversaciones normales que fluctúan entre lo verdadero y lo ensayado. Si la persona del público pregunta sobre la obra de Tino Sehgal ellos cambian de tema o se reincorporan a una coreografía que sigue y sigue. Durante horas y días, a veces corriendo, a veces lentamente, interactuando más o menos con los turistas que visitan la Tate Modern y reaccionan: niños que empiezan a correr con los intérpretes, gente que pasea entre los bailarines que se han sentado en el suelo para cantar desde esta posición, grupos de adolescentes que hacen sus propios bailes, una pareja de abuelas que comenta que la obra es esta gente que está cantando y que esto es arte y, además, bonito. La vida pasa y las distancias se acortan.

Tino Sehgal ofrece momentos a vivir, realidades programadas, situaciones a compartir dentro del museo. Situaciones que, por el lugar en que ocurren y por la relevancia que tienen, forman ya parte de la historia del arte y, al mismo tiempo, del futuro. Situaciones que desaparecen una vez han sido, negándose así lo perenne dentro de la institución. Con gestos muy básicos, Sehgal logra abrir el campo a preguntas clave sobre el arte y su presentación, sobre economía y mercado, sobre las relaciones humanas y distancias insalvables. La obra de Tino Sehgal está aquí pero no para quedarse, está aquí y ahora, y con esto basta. "